jueves, 2 de agosto de 2007

LA CULPA COMO OPRESIÓN

El sentimiento de culpabilidad te oprime en dos aspectos, ambos a través del sufrimiento:

- Internamente, atado a la cadena del dolor.

- Socialmente, al proyectar tu dolor sobre los demás.


Tu sistema de pensamiento basado en la separación te hace creer que tú eres un individuo aislado y que te tienes que buscar la vida en competencia con los demás individuos que forman la sociedad.

Abandonas tu voluntad cuando te identificas con la interpretación de algún papel social. Entonces, la entregas al colectivo para que el entorno social determine las circunstancias de tu vida.

Como crees en este enfoque para no asumir tu voluntad propia, te sientes culpable:

- Cuando no cumples las normas generales de conducta, pues sientes que traicionas a los demás.

- Cuando cumples las normas generales de conducta, pues sientes que te traicionas a ti mismo.

Entonces, como apuntaba Luis Zabalegui, tu vida se desarrolla en un continuo conflicto, definido en los siguientes conceptos:

1. Crees que la norma social define todo comportamiento individual.

2. Una parte de tu mente se somete a lo que te parece una ley social.

3. La otra parte de tu mente desea lo que te parece contrario a la norma social.

Todo este proceso está basado, pues, en el miedo a ejercer tu voluntad; un miedo al que empezaste a adaptarte desde que naciste y al que sigues intentando adaptarte en tu madurez:

- De niño tuviste miedo a perder el amor de tus padres y para sentirte seguro basabas tu comportamiento en lo que pensabas que ellos esperaban de ti.

- En la adolescencia, a pesar de tu afán por cambiar el mundo, tuviste miedo a contradecir a tu conciencia, muy definida por la norma social, y cambiaste tus ganas de rebelión por tu entrega total a solucionar tu economía.

- En tu época de madurez, sigues sin asumir tu voluntad porque te sientes incapaz de renunciar a la comodidad que tanto sacrificio te ha costado conseguir para ti y para tu familia.

En cualquier caso, como nunca te has sometido por completo a la norma social, y estás seguro de que nunca te someterás, sientes necesidad de castigo para compensar a tu conciencia, portadora de la norma social, por la parte de tu mente que no acepta someterse a ella.

Evidentemente, esta situación te niega el presente pues limitas tus experiencias a repetir las que has vivido en el pasado.

También limitas el total de posibilidades que te presenta la vida a la única posibilidad que ya conoces y que has elegido para que determine toda tu vida, a pesar de que no te resulta satisfactoria.

Por todas estas circunstancias, podemos entender la opresión que sobre ti ejerce la culpa de las siguientes formas:

. Auto-negación.
. Ilusión de dominio.
. La relación culpable.
. Tu traición a ti mismo.







AUTO-REPRESIÓN = AUTO-NEGACIÓN


Vives sin cumplir tu voluntad y, esto, es una traición a ti mismo. Niegas tu voluntad, te llenas de orgullo identificándote con un papel social y llamas humildad y vida sencilla a vivir tu vida reducido a ser uno más de los objetos de comodidad que te rodean y que momifican tu espíritu.

No eres humilde cuando no te aceptas tal como eres, espíritu y libre, sino que te juzgas y te condenas a ti mismo cuando:

- Apruebas o desapruebas tu comportamiento según la escala de valores que has adquirido.


Esta es la base por la que:

. Te auto-desprecias.
. Eres inseguro en tus relaciones.
. Sientes que no mereces amor.

Son, todos, factores que te hacen sentir insatisfecho y despreciado por ti mismo, tal como afirma Gerald Jampolsky:

Hemos recorrido nuestras vidas sintiéndonos culpables por todos los errores que creemos que hemos cometido, creyéndonos indignos de confianza y preguntándonos qué tipo de castigo vamos a recibir. (Jampolsky, 1998:38)

Así, te identificas como depresivo y limitado a lo físico. Como has aprendido que tu seguridad está en cumplir las normas, te crees perdido si haces algo distinto. Y así es para ti, siempre que anulas tu voluntad para cumplir otra, que te parece obligada, como en el siguiente caso:

- Alguien te envía un mensaje por el que te sientes atacado.

- Das tu voluntad a esa persona reaccionando con rabia.

- No eres consciente de cual es tu voluntad en la situación, pues también podrías reaccionar de otra manera.


Pero, seguro, que no logras aplicarte este procedimiento porque ocultas de ti mismo tu necesidad de cumplir tu voluntad creándote ilusiones, creyendo realidad lo que no es. Lo que imaginas, entonces, se convierte en tu patrón de conducta, como explica Un Curso de Milagros:

La culpabilidad no ejerce ninguna atracción en el presente, en el ahora. Toda su atracción es imaginaria, y así, es algo en lo que se piensa en conexión con el pasado o con el futuro. (UCDM. Cap.18-VII, 3-6)



ILUSIÓN DE DOMINIO


Cuando haces que alguien se sienta culpable le estás robando su auto-estima, haces su personalidad dependiente de tu voluntad. Esta circunstancia funciona en dos direcciones:

. Las instituciones sociales necesitan de la voluntad de todos los individuos para definirse con voluntad propia.

. Tú utilizas tu rabia para dominar sobre las personas que te rodean.

Son engranajes que intentan hacer realidad de lo ficticio y, también, negar a la persona. Cuando aprendes a verlos, te das cuenta de que no los quieres para ti, como escribió Isabel Allende:

Vio con claridad los mecanismos que usaba su hermana para dominarlo, la forma en que conseguía hacerlo sentirse culpable y comprendió que debía ponerse a salvo. (Allende, 1999:55)


Es favorable a las estructuras de poder mantener al individuo en un constante sentimiento de culpa, pues es, así, absolutamente influenciable para mantener la injusticia social porque la persona carece de voluntad y apoya a los demás en que tampoco la tengan.

Un ejemplo a este caso es el de Santa Teresa de Jesús, cuando intentó comunicar a los demás, escribiendo, sus errores, paso fundamental para deshacer el sentimiento de culpa, y no recibió autorización de sus superiores. Así lo narró la santa en el prólogo al Libro de la vida:

Quisiera, yo que, como me han mandado y dado larga licencia para que escriba el modo de oración y las mercedes que el Señor me ha hecho, me la dieran para que muy por menudo y con claridad dijera mis grandes pecados y ruin vida: diérame gran consuelo; mas no han querido, antes atádome mucho en este caso. (Santa Teresa de Jesús, 1972:31)


Como bien definió Wayne Dyer, la culpabilidad asociada a la familia y a la sociedad es una de las estrategias más utilizadas para mantener a los seres humanos dependientes de circunstancias incluso ajenas a la propia realidad humana, como es el caso de la educación, las religiones, la política, etc. instituciones donde la palabra libertad indica el grado de servilismo al que se someten las personas.

Luis Zabalegui entendió a la perfección este proceso de dominio establecido por las instituciones en el interior de la persona:

Cuando se habla de culpa, se hace referencia a otro o a otros. La culpa se mueve siempre en el terreno de los valores y aparece cuando se conculca algún valor.

Los valores surgen en la esfera social. La consecuencia es que son los otros los que valoran lo que hacemos. Son los otros los que dictaminan el signo de nuestras acciones.

La internalización de las normas externas puede hacer creer que la conciencia y los sentimientos de culpa son atributos personales con los que uno nace, cuando en realidad son convenciones sociales. (Zabalegui, 1997:131)


Tú eliges la actitud de enfado y ataque, porque te parece que puedes obtener los siguientes beneficios:

1- Te enfadas para esconderte a ti mismo de tus pensamientos.

Así, evitas comunicarte. Evitas expresarte libremente porque tienes miedo a las consecuencias de decir la verdad de lo que sientes.

Te proteges de los demás manteniéndoles alejados de ti. Como nadie se te puede acercar, tú no te sientes vulnerable.

2- Te enfadas para no responsabilizarte de tener una vida libre y feliz.

Prefieres creer que tus problemas están causados por las personas que te rodean. Siempre culpas a los demás. De esta manera, tú mismo te haces impotente ya que piensas que tú no tienes nada que ver con lo que sientes.

Culpas a los demás de tu infelicidad, con lo que tú te niegas la posibilidad de hacer algo por tu felicidad. Así, te niegas el poder de cambiar de situación.

3- Te enfadas para mantener tu relación de pareja.

Evitas a toda costa liberarte del dolor y liberar a tu pareja del dolor porque así le sigues manteniendo como una propiedad. Sientes que posees a esa persona y, a pesar de tus contradicciones, quieres que te pertenezca para siempre. Sabes que esa persona no puede estar a disposición de tu ego, pero haces lo imposible por creer lo contrario.

Simplemente, te atas con una gruesa voluntad al miedo. Te da miedo la posibilidad de olvidarle porque te da pánico la soledad. La unión que no habéis conseguido a través del entendimiento lo habéis establecido en el dolor.

4- Te enfadas para dominar a los demás.

Así crees estar vivo, lleno de energía, y crees que tienes un enfoque adecuado de tu vida y de tu familia, pero, en realidad:
- Te sientes impotente ante las circunstancias.
- Te sientes inseguro.
- Estás lleno de miedo.

Cuando te enfadas quieres conseguir que los demás se asusten y sientan que hacen algo mal para tú poder manipularlos.

Te enfadas para que los demás te obedezcan. Mantienes en el miedo a las personas que te rodean y, no sólo no colaboran en conseguir los objetivos que tú propones, sino que, por el contrario, se oponen a ellos.

Crees demostrar que tienes razón a través del enfado, haciendo creer a los demás que están equivocados. De esta manera, les refuerzas el sentimiento de culpabilidad y te crees con el derecho de castigarles.

El principal problema que se deriva de esta situación es que tú eres quien primero siente la culpa, quien primero es infeliz y quien primero pierde la propia estima.



LA RELACIÓN CULPABLE


El sistema de pensamiento que has elegido para gobernar tu mente, determina el tipo de relación que esperas en cada encuentro con otra persona:


RELACIÓN



PLAN PLAN
DE LA SEPARACIÓN DE LA UNIDAD



El plan de la unidad, o lo que es lo mismo, del Amor como base para tus relaciones, es el siguiente:


1- Renuncias a lo que no quieres.
. No te identificas con ideas que separan a las personas.
. Renuncias a buscar algo valioso en la relación, pues te identificas con el Amor mismo.

2- Eliges ser lo que eres.
. Eliges la paz para ti, para todas las personas y todos los seres,
. Reconoces que todas las mentes están en comunicación.

3- La inocencia es tu estado natural.


El plan de la separación, o plan del dolor, como base para tus relaciones, es el siguiente:

1- Quieres obtener algo en cada encuentro con otro ser.
. No te interesa el encuentro en el que no veas oportunidad de provecho.
. Te vuelcas en el encuentro del que puedes beneficiarte en algo y lo consideras especial.

2- Eliges para tus relaciones a personas que tienen tus mismos gustos y tus mismas ideas.

3- Así, te creas una ilusión de realidad en tus relaciones, cuando encuentras diferencias fastidiosas y planes que no te salen.

4- Amas y odias a la vez: Es el dolor.


De esta manera, tu situación en la relación queda definida por dos características:

A- Quieres la relación porque encuentras algo: Comodidad, dinero, seguridad, etc.

B- Condenas la relación porque no encuentras paz en ella.


Y ya, el dolor se define en la guía para tus relaciones:


DOLOR


Separación Personalidad
real inestable


No te encuentras Tienes periodos críticos
a ti mismo de: Ira, ataque y culpa.


No conoces el amor: Tienes periodos tranquilos
Vives en una ilusión de: Aquí no pasa nada,
de amor. nuestra relación es normal.


Te culpas. Sientes culpable al otro.


Esta compleja situación psicológica define a toda relación, pero se acentúa en la relaciones que estableces de amor especial, en tus relaciones de pareja.

Entras en una relación de pareja creyendo que te falta algo imprescindible para ser feliz y que la persona que eliges tiene ese algo. Jampolsky definió esta situación:

Si la otra persona nos da lo que queremos o cambia para satisfacer nuestras necesidades, nos sentimos felices.

Si la otra persona no nos da lo que deseamos o no hace los cambios que creemos necesarios, nos sentimos irritados y frustrados. Y cuando nuestras irritaciones y nuestras frustraciones se intensifican, se transforman en ira y en odio. (Jampolsky, 1998:44)



Conviertes, entonces, a tu relación de amor especial en un refugio en el que intentas ocultarte de tu sentimiento de culpa, en una especie de bunker donde te sientes protegido. Basas tu relación en la ira, y la relación se mantiene porque tú y tu pareja os empeñáis en vivir una ilusión sobre el amor. Vuestra relación acaba en la desilusión, en una frase hecha: “Con lo bien que podríamos estar juntos, pero no nos entendemos”.

De todas formas vas a estar utilizando la misma estrategia en tus próximas relaciones, hasta que te replantees en profundidad tus creencias. Pero hasta que tomes esa decisión, pregúntate qué ganas con el enfado interior, que aunque casi nunca lo demuestras, sientes respecto a tu pareja:

. ¿Así evitas compartir tu intimidad?

. ¿Te sientes rechazado?

. ¿Te crees con la razón y haces que tu pareja se sienta culpable?

. ¿Prefieres dejar tu vida tal como está porque te dan miedo los posibles cambios?

En resumen, la estructura general de la relación culpable puede quedar definida así:



TE CREES SEPARADO


SIEMPRE TE PARECE
QUE ALGUIEN TE CULPA DE ALGO



TÚ TE CREES APOYAS EL SENTIMIENTO
CULPABLE DE CULPA EN LOS DEMÁS



HACES QUE LOS DEMÁS
SE CREAN CULPABLES



CREES QUE TODA RELACIÓN
GENERA DOLOR



ASÍ ES COMO TÚ BUSCAS
EL AMOR




TU TRAICIÓN A TI MISMO


Tu plan para seguir aferrado al dolor se basa en que:

1- Otorgas realidad a tu creencia en la culpa.
2- Te justificas la culpabilidad atacando.
3- Cuando crees que atacas a otros, te atacas a ti mismo.
4- Te sientes más culpable.


Conserva, pues, tu sentido de culpabilidad sobre ti mismo y sobre los demás para que tú sigas sin ser tú. Obsérvalo en la continuidad de este proceso por el que te condenas al dolor:

5- Proyectas la culpa porque quieres deshacerte de ella.
6- Te ocultas la culpabilidad a ti mismo.
7- Experimentas angustia pero no sabes por qué.
8- Crees que tú no eres tú.


Llegas a esta conclusión última porque tienes una profunda sensación de estar fallándote continuamente. Así, no cesas de identificarte con el dolor, según se afirma en Un Curso de Milagros:

Si tus hermanos forman parte de ti y los culpas por tu privación, te estás culpando a ti mismo. Y no puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos. Por eso es por lo que la culpa tiene que ser des-hecha, no verse en otra parte.

Échate a ti mismo la culpa y no te podrás conocer, pues sólo el ego culpa. Culparse uno a sí mismo es, por lo tanto, identificarse con el ego, y es una de sus defensas tal como culpar a los demás lo es. (UCDM. Cap.11, IV-5)


Es para seguir identificándote con el dolor por lo que culpas y atacas, de lo contrario, si no atacaras, desharías tu creencia en la separación al afirmar el Amor que todo lo une.

El mundo que ves, basado en el dolor, es una ilusión a la que entregas tu voluntad para creerte que es realidad. Desde este punto de vista, estás tan lejos de ti que bien puedes pensar que has enloquecido. Pero tu locura no traiciona a nada ni a nadie, sólo te traiciona a ti porque está basada en todo un sistema de pensamiento que elegiste para desarrollar tu vida.

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